Desbordas belleza, cual joya de Muzo,
y apreciar tu cuerpo no es ningún abuso,
tienes lo imponente de la cordillera
que llena de envidia a cualquier extranjera.
Es tu cuerpo esbelto, tu porte elegante,
eres buena madre, esposa y amante;
tu alegría opaca fiesta o carnavales
y en cuestión de flores no hay otras iguales.
En ferias y dulces el valle es muy bueno;
tu endulzas la vida en cualquier terreno;
Y en tu genio recio no hay otra que gane,
brota en tu presencia nuestra raza Guane.
Eres de la tierra un diseño perfecto,
el mejor trabajo del gran arquitecto;
que ha hecho las mas bellas, a las colombianas,
y entre ellas divinas, LAS SANTANDEREANAS.
LISANDRO
SI EL AMOR NO EXISTIERA
Si el amor no existiera
todo sería falsedad,
la tierra vueltas no da,
el sol ya no es una estrella,
la vida no es nada bella,
y el mundo Dios no creó;
satélite no es la luna
ni el hombre hasta ella llegó.
Lindo no es un arco iris,
su colorido fugaz;
no es hermoso tener paz
lo ideal sería la guerra;
no es inclinada una sierra,
no hace erupción un volcán;
no serpentean los ríos
libremente por su cauce,
no hay aves en el aire
para alegrar el ambiente;
no es el mar grande y ardiente
ni se refleja allí el cielo;
¿pisó Colón nuestro suelo?
o ¿también eso es mentira?
Buen sentimiento es la ira
y la envidia y el orgullo;
no quiere un niño el arrullo
y su dicha es el llorar;
ya no hay forma de negar
que existe el amor y es grande
como la misma alegría,
como el mundo y el perdón;
como la inmensa fe mía
en que existe también Dios.
Bucaramanga, septiembre 1996
LISANDRO
¿POR QUÉ?
¿Qué pretendes, mujer antes amada,
con alejar lindos retoños de mi lado?
para que piensen que yo no los he amado,
para hacerme sentir que hoy no soy nada.
Que sería rico conocer España,
que los querías disfrutar sólo un ratico,
y otras tantas razones; no me explico
¿por qué a la gente buena se le engaña?
Permití que partieran y hoy extraño
a dos hermosas damas y un chiquillo;
sus gestos y sonrisas, de sus ojos el brillo;
sentir sus almas crecer año tras año.
El teléfono no me trae sus dulces voces,
¿por qué quieres que me borren de su historia?
¿por qué no les permites revisar en su memoria,
junto a mí, los ratos de dulzuras y de goces.?
Pasa el tiempo y tranquila está mi vida;
aunque les digas que buen padre no he sido;
cuando vuelvan, muerto no, tal vez envejecido
y aun curando con licor tan honda herida.
LISANDRO
Eres tú ciudad bonita,
bonita por excelencia;
donde se cruzan las vías,
donde he pasado mis días,
donde empezó mi existencia.
Tus gentes en convivencia
siempre, siempre sentirás
y de ellos tu sabrás
de su cultura y su ciencia.
Tus mujeres son riqueza,
yo vivo en ti mis amores,
mis alegrías y tristezas.
Me gustan de ti esas flores
que me brinda fortaleza
para aliviar mis dolores.
LISANDRO
Sin ti no soy lo que soy ni lo que espero;
sin ti no hay rima, ni versos, ni poesía;
me has dado el Don para decir con alegría
Un te Amo, te Extraño o un te Quiero.
Me diste aquel hogar, que fue el primero,
donde mil cosas de la vida aprendía;
grandes amigos que irradian simpatía;
Y valen mas, incluso, que el dinero.
Trabajo diario con entrega y pasión
y compañeros de lucha y buen humor;
por tanto que me has dado elevo mi oración.
Mi poesía, mis viejos, mi nidito de amor;
lo que se lleva siempre juntito al corazón;
Son las cosas que a diario te agradezco señor.
LISANDRO
Siguiendo el ejemplo laborioso y rico
del buen san Vicente y el gran Federico;
la opción por los pobres tomaron en cuenta,
empezaba entonces los años ochenta.
promover al pobre, sería esa su ciencia,
bajo el manto santo de la Providencia.
Silenciosamente se va trabajando
y junto a lo poco que se va dejando,
se queda el mensaje de Nuestro Señor
que es siempre esperanza de un mundo mejor.
Veinticinco abriles se han quedado atrás;
Dios quiera que pasen otros tantos más
y llevarle al pobre el mensaje divino;
el de un buen cristiano, el de un Vicentino;
que sirve al hermano con mucha humildad,
siendo el gran ejemplo de la caridad,
de la que ha dejado frutos su semilla
y en joven equipo se hace grande y brilla.
Un niño que puede un juguete abrazar,
un vestido nuevo y zapatos calzar;
y una madre humilde prepara una cena
pasando tranquila alguna noche buena.
Pequeños que asisten por fin a una escuela
y abuelos no pasan ya la noche en vela;
se han beneficiado de un humilde techo,
salud y posada al que tienen derecho.
Que siga esta obra, quiera Dios bendito
y ayudar al pobre sea sagrado rito,
que los acompañe y les brinde su lumbre
al seguir sirviendo en esta inmensa Cumbre.
Bucaramanga, abril de 2005
LISANDRO